sábado, junio 03, 2006 HUMEDAD La humedad, ese olor a humedad permanente en el oscuro sitio en ese espacio de eternas horas, testigo de tantos abrazos, de tantas manos, de tantos cuerpos. El tuyo y el mío descubriéndose por primera vez en ese juego de niños, adolescentes la prisa, la angustia, el nerviosismo y la certeza de entregar además del cuerpo el corazón. Y luego ese olor, la humedad nos perseguía en esos otros escondrijos cada vez que hallábamos uno y un tiempo para recordar antaño para intentar cerrar el capítulo y dejar la adicción permanente la necesidad cíclica de verte, de verme de encontrarnos y recordar en un abrazo, en un beso de intentar en el sexo exorcisar los demonios del alma y del que hubiese sido si... Probablemente el camino sería el mismo cada uno por su lado cada uno una vida aparte. Me hubiese gustado otro tipo de despedida una acorde con la cantidad de años que envuelven esta historia pero el vicio continuaría y el deseo no se aplacaría ni el corazón, ni en la piel. El desgaste es incomprensible para tu cabecita de aire rellena de placeres y carente de la cuota de tranquilidad y seriedad que deberías tener por ti y por los demás. El desgaste fue además de en el cuerpo en la mente, en el corazón y en el alma por eso fue mejor decir adiós. |